Miedos en un ataque de pánico

Los 5 miedos en un ataque de pánico de víctimas de abuso narcisista

Los ataques de pánico son explosiones de ansiedad extrema que no solo afectan el cuerpo, sino que también desatan miedos profundos que han sido reprimidos durante mucho tiempo. En víctimas de abuso narcisista, estos episodios suelen estar cargados de terrores intensos como el miedo a perder el control, morir, volverse loco, quedar atrapado o ser juzgado, todos ellos alimentados por experiencias de manipulación y maltrato emocional.

Un ataque de pánico no solo es una reacción física intensa: es también una explosión de miedos reprimidos, muchos de ellos instalados o amplificados por la relación abusiva. Son miedos que en su momento no pudieron expresarse o que fueron minimizados, ridiculizados o ignorados. Cuando la mente ya no puede sostenerlos, el cuerpo los libera de golpe.

1. Miedo a perder el control

Este es uno de los más comunes. Durante un ataque de pánico, la persona siente que va a desbordarse emocionalmente: llorar en público, gritar, desmayarse, colapsar. Para alguien que ha vivido bajo el control constante de un narcisista, «perder el control» representa un fracaso, porque probablemente ha sido castigado por mostrar emociones o vulnerabilidad.

En el fondo, no es solo miedo a descontrolarse, sino miedo a ser juzgado, humillado o invalidado otra vez.

2. Miedo a morir

El ataque de pánico puede generar síntomas tan fuertes (palpitaciones, falta de aire, opresión en el pecho) que parecen señales de un infarto o un colapso físico. La persona realmente cree que algo terrible va a pasarle en ese instante.

Este miedo está relacionado con el hecho de que el cuerpo está en un estado de supervivencia: no distingue entre una amenaza emocional y una física. Si el entorno fue hostil durante mucho tiempo, el sistema nervioso actúa como si estuvieras escapando de un peligro letal.

3. Miedo a volverse loco

Otro miedo frecuente es el de estar perdiendo la razón. Esto se agrava si la víctima ha sufrido gaslighting (cuando el abusador distorsiona la realidad, haciéndole dudar de su percepción y juicio). Durante un ataque, los pensamientos se aceleran, el cuerpo no responde como debería, y aparece la sensación de “no puedo confiar en mí”.

La víctima no solo teme lo que siente, sino también cómo lo interpreta, porque su percepción ha sido manipulada una y otra vez.

4. Miedo a no poder escapar

Muchas víctimas de abuso sienten claustrofobia o pánico en reuniones, oficinas, o incluso en casa. No necesariamente por el lugar físico, sino por la sensación emocional de estar atrapadas. Durante un ataque, esto puede sentirse como:

  • “No puedo salir de aquí.”
  • “No tengo control de la situación.”
  • “Nadie va a ayudarme.”

Este miedo puede estar profundamente ligado a experiencias pasadas donde efectivamente no pudieron escapar del maltrato, o fueron obligadas a quedarse calladas.

5. Miedo al juicio o al rechazo

En plena crisis de pánico, muchas personas no quieren que nadie las vea. Sienten vergüenza, temor a ser vistas como débiles, problemáticas o “demasiado emocionales”. Este miedo tiene raíces en el abuso narcisista, donde mostrar emociones era castigado, burlado o usado en su contra.

En realidad, el ataque de pánico no solo expresa miedo: expresa vergüenza, sensación de exposición, y temor a no ser comprendido.

¿Qué hacer con estos miedos?

  • Validarlos. No son exagerados ni irracionales: tienen una raíz en experiencias reales.
  • Nombrarlos. Ponerles palabras los hace más manejables: “Estoy sintiendo que pierdo el control”, en lugar de “algo terrible está pasando”.
  • Desvincularlos del presente. Aunque el cuerpo reacciona como si estuviera en peligro, el entorno actual puede ser seguro. Recordarlo ayuda a reorientar la mente.
  • Acompañarlos con compasión. En lugar de pelear con el miedo, acompañarlo: “Sé que estás ahí porque sufriste mucho. Pero ahora estoy a salvo.”

Un ataque de pánico puede parecer una ruptura, pero en realidad es una llamada urgente de tu cuerpo para que lo escuches, lo protejas y lo honres. No es el fin: es un principio, aunque se sienta aterrador.