La sumisión pública es un estado de control emocional y psicológico que el narcisista logra imponer en su víctima, al punto de que en público la persona se muestra sumisa, obediente, complaciente o incluso idealizando al propio abusador. Aunque por dentro esté sufriendo o viviendo abuso, hacia afuera proyecta una imagen de relación perfecta, dócil o feliz.
Esto no es debilidad, es el resultado de una manipulación constante que anula poco a poco la voluntad y la identidad de la víctima.
Características de la sumisión pública en la víctima
- Hipercomplacencia: La víctima actúa de forma extremadamente servicial y agradable, pendiente de las necesidades del narcisista en todo momento.
- Ejemplos: Se anticipa a lo que el narcisista necesita en reuniones, se disculpa por él/ella, justifica su mal humor, le prepara la comida, le acompaña a casa, le lleva las cosas.
- Autoanulación: Minimiza sus propias opiniones, deseos y emociones para evitar conflictos o represalias.
- Ejemplo: Si está en un grupo y alguien le pregunta cómo se siente, puede responder: “Todo bien, no me puedo quejar”, aunque en realidad esté sufriendo. A menudo anula sus propias ideas para repetir exactamente las del narcisista y es un refuerzo incondicional para el poder del narcisista en otros.
- Defensa del abusador: Incluso cuando el entorno percibe actitudes controladoras o irrespetuosas del narcisista, la víctima lo defiende públicamente.
- Ejemplo: “No es lo que parece, solo se preocupa por mí” o “Él/ella es así, pero tiene un gran corazón”.
- Falsa felicidad o “pareja ideal”: La víctima mantiene la fachada de relación perfecta para evitar el castigo o la humillación del narcisista en privado.
- Ejemplo: Publicaciones en redes sociales llenas de mensajes de amor y agradecimiento, cuando en privado hay distancia o maltrato.
- Miedo y ansiedad encubiertos: Puede mostrarse rígida, nerviosa o hipervigilante en presencia del narcisista, pendiente de sus gestos o reacciones para evitar desencadenar una escena de castigo.
- Ejemplo: Evita hablar demasiado o contar algo que pueda molestarle, aunque parezca una charla relajada en público.
¿Por qué la víctima permite esta sumisión pública?
- Por supervivencia emocional y física: Muchas víctimas sienten que es la única forma de evitar represalias mayores.
- Por su deseo de complacer al narcisista: Para la víctima mostrarse sumisa es hacerle ver al abusador que todo está bien, buscando una posible recompensa si está sufriendo el refuerzo intermitente.
- Por desgaste psicológico: Tras tanto abuso, su autoestima está destruida y cree que merece ese trato o que es normal.
- Por el miedo a no ser creída: Si el narcisista ya controla la narrativa externa, la víctima teme que al hablar no le crean o la juzguen.
¿Por qué el narcisista exhibe a sus víctimas?
El narcisista exhibe la sumisión de sus víctimas como una demostración de poder encubierto, aunque a simple vista no siempre sea evidente. Mostrar públicamente a una víctima sumisa refuerza su control, alimenta su ego y cumple varias funciones estratégicas dentro de su dinámica manipuladora en el grupo.
1. Para validar su superioridad y control
El narcisista necesita sentir que tiene poder absoluto sobre las personas cercanas. Al exhibir públicamente la sumisión de su víctima, demuestra (o presume) ese control, aunque lo haga de manera sutil.
- Ejemplo: La víctima no contradice al narcisista en público, siempre pide permiso o consulta antes de hablar, lo que refuerza la imagen de que él/ella es el que «lleva las riendas».
2. Para proyectar la ilusión de que es un líder o una pareja ideal
En ciertos entornos, la sumisión de la víctima se percibe como un signo de respeto o admiración hacia el narcisista. Esto alimenta su fachada de ser una persona respetada, querida o admirada.
- Ejemplo: El narcisista puede bromear en público diciendo “ella/él no da un paso sin preguntarme” y lo presenta como algo “normal” o divertido, aunque en realidad haya coerción detrás.
3. Para desacreditar posibles denuncias futuras
Si la víctima se muestra sumisa, obediente o incluso “feliz” en público, el narcisista se blinda ante cualquier futura acusación de abuso. La gente difícilmente creerá que detrás de esa apariencia haya maltrato.
- Ejemplo: Si algún día la víctima habla de abuso, los demás dirán: “Pero si siempre parecía tan feliz” o “Ella/él hacía todo con gusto, nunca se quejaba”.
4. Para reforzar el gaslighting
Exhibir la sumisión pública profundiza la confusión interna de la víctima. En público, todo parece “normal” o incluso “ideal”, pero en privado sufre. Esto hace que la víctima dude de su propia percepción y sienta que nadie va a entenderla o creerle si cuenta la verdad.
5. Para generar envidia o admiración en terceros
Un narcisista puede exhibir a una víctima sumisa como “el trofeo”, mostrando que alguien está dispuesto a rendirse completamente a sus deseos. Esto refuerza su ego y provoca que otros lo envidien o lo admiren.
6. Para silenciar a la víctima por miedo o vergüenza
Cuanto más sumisa se muestra la víctima en público, más difícil se vuelve para ella romper con esa imagen después. El narcisista sabe que la víctima puede sentir vergüenza de admitir que vive una situación de abuso tras haber aparentado otra cosa.
¿Qué consecuencias tiene en la víctima este estado de sumisión?
La exhibición de sumisión pública ocurre principalmente en la fase de devaluación narcisista, provocando graves consecuencias en sus víctimas, que son instrumentalizadas para conseguir la manipulación de un grupo social. Algunas consecuencias son:
- Aislamiento y soledad profunda, porque siente que nadie ve lo que realmente vive.
- Pérdida de identidad, porque vive para satisfacer al narcisista, apagando su esencia.
- Desgaste emocional extremo, que puede derivar en ansiedad, depresión o síntomas físicos.