En entornos laborales dominados por un manipulador narcisista, el cuerpo puede reaccionar al estrés emocional con sudoración excesiva, una forma de somatización poco reconocida pero muy significativa. Este síntoma refleja el impacto silencioso del abuso psicológico cotidiano y debería entenderse como una señal de alarma, no como una debilidad.