Ataque de pánico

Ataque de pánico como respuesta al abuso narcisista

Los ataques de pánico son una respuesta intensa del cuerpo y la mente ante una amenaza percibida, y en el contexto de abuso narcisista, especialmente en relaciones prolongadas, como laborales o de pareja, pueden convertirse en una reacción común y aterradora.

Cuando alguien ha estado expuesto repetidamente a maltrato emocional por parte de una persona narcisista, su sistema nervioso queda profundamente alterado. La víctima puede vivir en un estado de hipervigilancia, donde cualquier gesto, palabra o silencio del abusador puede percibirse como una amenaza. A veces, ni siquiera hace falta que el narcisista esté presente: el solo pensamiento, una interacción anticipada o una situación similar pueden activar un episodio de ansiedad extrema.

¿Qué es un ataque de pánico?

Es una respuesta súbita e intensa del sistema nervioso autónomo, donde el cuerpo entra en «modo emergencia» sin que exista un peligro real e inmediato. Es una sobrecarga de adrenalina que provoca síntomas físicos y mentales muy alarmantes, como:

  • Palpitaciones fuertes o taquicardia
  • Sensación de ahogo o falta de aire
  • Sudoración excesiva o temblores
  • Mareo, debilidad o sensación de desmayo
  • Visión borrosa o entumecimiento
  • Miedo a perder el control, volverse loco o morir

Durante el ataque, la persona siente que algo catastrófico está a punto de ocurrir, aunque objetivamente esté en un entorno seguro.

¿Cómo se relaciona esto con el trato narcisista?

El abuso narcisista es muchas veces sutil y prolongado. No es una amenaza puntual que el cuerpo pueda procesar y dejar atrás, sino una experiencia continua que deja al sistema nervioso en estado de alarma crónica. Esto significa que:

  • La víctima no logra relajarse del todo, incluso en momentos aparentemente tranquilos.
  • Ciertos disparadores (una mirada, un tono de voz, un mensaje inesperado) pueden reactivar el trauma.
  • Hay una carga acumulada de miedo, impotencia y confusión que, eventualmente, el cuerpo no puede seguir reprimiendo.

El ataque de pánico, en este contexto, es una explosión emocional y fisiológica: el cuerpo expresa lo que la mente ha estado conteniendo para sobrevivir. A veces ocurre en plena reunión, al recibir un correo del agresor, o incluso en casa, al recordar o anticipar una interacción.

Lo más duro: la víctima suele pensar que el problema es ella

Muchas personas que sufren estos episodios sienten vergüenza o culpa por «reaccionar así», reforzando la idea de que son débiles o inestables —justamente lo que el abusador suele sugerir. En realidad, estos ataques no son signos de debilidad, sino señales de un organismo profundamente dañado por un entorno hostil.

¿Qué puede ayudar?

  • Reconocer el origen emocional del ataque. Saber que no estás «volviéndote loco», sino que tu cuerpo está respondiendo a un trauma acumulado, ya es un alivio.
  • Terapia especializada en trauma o abuso narcisista. Técnicas como EMDR, terapia somática o cognitivo-conductual pueden ser muy efectivas.
  • Identificar y evitar disparadores. Aunque no siempre es posible, tomar distancia de situaciones o personas que reactiven el trauma es clave.
  • Trabajo corporal y respiratorio. Yoga, respiración consciente y ejercicios de regulación pueden ayudar a calmar el sistema nervioso.
  • Reescribir la narrativa interna. Dejar de pensar “soy demasiado sensible” y empezar a pensar “he sido demasiado expuesto al dolor”.

El ataque de pánico es una forma extrema de tu cuerpo para decir “esto no está bien”. Escucharlo, en lugar de reprimirlo, es el primer paso para empezar a sanar.